La casa del dealer.


Los días se vuelven lentos cuando una sola persona viene a la casa, miro las fotos y escribo sobre las hojas que tire por la mañana, y ella o él se van, apenas si dibujan unos pasos sobre esta alfombra que yo mismo elegí dentro de 10 para que combinara con el sillón y pudieran sentirse como en casa, no hablo de paso, reafirmo, hablo de casa.

Ayer venía aquel chico que conocí hace tiempo en la fiesta de Mariana, siempre tan callado e introvertido, pero con las ganas de explorar otros mundos, nos llevamos bien, pues hablamos de música y muertes, y vuelvo a repetir, de muertes, no de muerte. Entre que Mariana sólo le dijo que tenía una buena calidad de María, no le dijo de mi banda, confirmo, tengo una banda, ese chico sólo quería encontrar la forma de preguntar de que manera podía venderle de mi querida planta sagrada...y digo mi querida planta, porque de verdad que amo lo que me otorga... peros sigo con aquel chico, que cuando menos lo esperé me dijo que si tenía $100, yo pensé en negocios y absolutamente dije que sí, le invité a mi departamento y fue conmigo, apenas hablando sobre algún grupo de reggae mientras caminábamos, no dijo más. Cuando llegamos a la casa tomó asiento en mi sala, aquella que mencioné cuando hablé de mi alfombra... Me dijo que le gustaba! que emoción que al menos el paso de su andar por mi casa fuera consciente de esa alfombra tan maravillosa que seleccioné para mis "amigos".

Inmediato a ese visita llegó Mariana, un poco pasada de tragos y me abrazó de tal forma que sólo quería permanecer así por toda la noche,el chico introvertido, tomó su bolsa, dejó los $100 sobre la mesita y se fue. Silencio entre los dos y ese abrazo que no quería que terminara le siguió a la partida de aquel chico, la verdad que no me interesaba otra cosa más en ese momento que ese pelo olor a vainilla, nos besamos, después siguió la cama.

Al otro día cuando me levanté al baño, pude verla dormir aún, que bella es, me conmueve saber que está a mi lado desde hace unos 2 años y aunque no somos "novios" hemos sido amantes, amigos, y socios, aunque no sería por mucho tiempo. Instantes después de ir al baño, Mariana se vestía y se iba de mi cama, de nuestra cama, y antes de marcharse me tomo la mano, y me pidió con un suave beso un "porrito" para el camino; sin dudar fui hacia el buró y le obsequié uno de esos con sábana transparente. Mariana se fue.

Pasaron los días y mi casa seguía siendo concurrida como de costumbre, pero como un tren, sólo habían pasajeros, entre tantos, quería que pudieran ver que ahora no sólo estaba esa alfombra, que también había agregado un sillón con estampado colorido y cómodo para cuando vinieran a platicar conmigo, hago hincapié en lo cómodo, pero ni ese sillón nuevo detendría a alguno para poder contarle de mis pesadillas o de mis malestares en la cabeza. Mariana llevaba días sin venir, ni siquiera la encontraba en los lugares de costumbre, la comenzaba a extrañar, pero en el fondo sabía que nunca podría extrañarse de más a quien estaba a punto de casarse. 

En la noche del sábado, la lluvia dejó que pudiera tomar ese sombrilla que compré días antes y con ella tuve mucha suerte, encontré a una mujer que me hizo sonreír. Entre las 12am y la 1am, Emilia tomó mi mano y no la soltó, me hizo acompañarla al baño, y tomar mucha cerveza, la verdad que había perdido un poco el equilibrio, cuando cerraban el lugar Emilia y yo estábamos comenzando a hablar de la moral de las personas,y lo oculto en los seres humanos, como si yo no tuviera que ocultarle algo, continuaba con ese tema, pero como nos corrían del lugar decidí invitarla a la casa, y usar otra vez la sombrilla para cubrirnos de la lluvia, ella aceptó y caminamos hacia donde vivía, que por cierto siempre queda cerca de los lugares a donde voy. 

Emilia y yo estábamos muy borrachos, tanto que nos dormimos apenas llegamos a la sala de mi departamento. Cuando quise levantarme a tomar agua para la inmensa sed que traía a cuestas, Emilia no estaba, me lleve una sorpresa muy grande, pues la verdad comenzaba a esperar otra cosa más, la que sea; sumado a mi sed y la sorpresa de su partida tan repentina, me venía un dolor de cabeza fatal, decidí poner música tranquila y fumar un poco, cuando iba hacia donde siempre conservo guardada mi planta sagrada, había menos de lo normal, supuse haberla guardado en otro sitio, pero en realidad sabía que Emilia por eso había desaparecido así. Me recosté en mi alfombra para platicar con ella sobre los pasos que la han tocado, de las suelas y las personas, y también permanecía callada, intenté hablar con el sillón, y siguió igual de mudo que esa alfombra. Con mi enojo, mi cruda y mi viaje, comencé a escribir un diario, o bueno, al menos ese día era el inicio de lo que hoy me encuentro leyendo.

Aquellas hojas que comencé a escribir decían:

Mariana mi querida Mariana, eres una espiral con la que inicio y termino siempre que estás a mi lado, o no a mi lado, sé que contigo siempre tengo un principio y un fin pero he de decir que hoy particularmente veo más el fin que el principio de algo... así como Emilia la chica con la que compartí la sombrilla, fue inicio y fin ese mismo día y sólo pude mirarla a los ojos como a ti cuando te conocí sin blanco para disparar. Hoy dos mujeres me disparan de diferentes formas, una de hace tiempo y con bastante goce y otra sutil,sin tiempo, me tomó...me dejó... y ni se diga de las personas que a lo largo de mi vida han llegado y partido pronto, pero no tan ajustados en tiempo, como los de mi actual vida... de dealer. sí, soy eso, pero también soy Jonathan persona que goza de la música, de mirar el cielo, que llora y que sólo quiere que vean que mi casa posee un rincón agradable para platicar.

Dejé de escribir sobre esas hojas y me fui a comprar algo para comer.

Comiendo esa sopa hirviendo,me vino a la mente aquel chico introvertido, pero no sabía ni su nombre. Decidí entrar a revisar las redes sociales y entre los que tenía agregados estaba la foto del chico callado, se llamaba Adrián Rodríguez, me dio curiosidad y decidí ver sus fotos, y ahí estaba Emilia con él, al parecer eran amigos, mi intriga creció y seguí mirando, eran cariñosos entre sí... eran pareja. 

Mi decepción creció en ese mismo día, pues de alguna forma ese chico introvertido Adrián me recordaba a mi hace unos años, antes de comenzar a estar repleto de pasajeros y sin amigos. Quise seguir escribiendo sobre esas hojas, y mi pluma fluyó de tal manera que la sopa se enfrío y yo me quedé dormido sobre el nuevo sillón.

Mariana era el nombre que hacía sonar el móvil y que de inmediato me había despertado.

Mariana -te necesito
Jonathan- y yo a ti
Mariana- te quiero
Jonathan-¿estás bien?
Mariana- no... me persiguen
Jonathan- ¿quiénes?¿dónde estás?
Mariana- en donde tengo que estar
Jonathan- ¿qué pasa?, ¡habla claro! 
Mariana- en tu casa
Jonathan: no lo estás
Mariana- (alguien le grita en el fondo)Soy ¡Mariana!
Jonathan- Sí, y yo soy Jonathan ¿estás bien?
Mariana- no, no quería hablar contigo, quería hablar con él
Jonathan- ¿con quién? 
Mariana- con Adrián
Jonathan- estás muy mal, dime dónde estás para que vaya a verte.
Mariana- no, quiero a Adrián y cuelga ya, que a ti no te conozco, no conozco a ningún Jonathan

No podía creer que ella hablara también de él, aquel chico introvertido, de verdad que era muy introvertido, me asusté al saberla en peligro, pero también sabía que ella me había utilizado desde antes que los "otros" pero no quería verlo, y mucho menos sentirlo, pero hablarme de él, vaya que era una absoluta pendejada, estaba molesto por su llamada, ahora quería irme, pero llegaron a la casa, no podía dejar el negocio de lado, además querían una planilla, dinero seguro, eran ya banda conocida, pero como siempre sólo iban, me pagaban y se iban, ni siquiera se sentaban.

La sopa fría me la cené, y decidí tomar un regalito para relajar la emoción, tomé unos de esos que me elevarían alto, tal vez dejaba de una vez este tren vacío. Mi lengua recibió ese regalo de los dioses después de un buen toque, por cierto, se me estaba acabando la plantita sagrada, tenía que ir por más. 

Me relajé tanto, que no me di cuenta que las hojas estaban tiradas, no le di importancia y me recosté, miraba el techo hasta que de pronto no estaba ahí, eran los árboles y sus venas latiendo dentro de mi, la tierra me contaba secretos que no podría revelar, las voces de profetas me aconsejaban, y hasta arriba estuve flotando, siendo aire, pero de pronto, las pesadillas se aparecieron por el paisaje, sí, esas pesadillas que nadie dejaba que le contara por no tener tiempo, de lágrimas y profundos vacíos, era en perro gigante que después se hacía mi madre gritándome, después todos ellos, los pasajeros de este tren matándome una y otra vez de muchas formas, y de repente fuego, y mucho, me quemaba, y no podía despertar, era tanto calor, tanto rojo en mi cabeza que decidí caer al fondo, en el precipicio...cuando abrí los ojos descubrí todo.

Estas palabras que escribo hoy, son rastro de mi diario, me llamo Jonathan Adrián Rodriguez Fuentes y estoy internado hace tiempo en un hospital de rehabilitación para quemados graves, nos dan rehabilitación psicológica porque mirarse en el espejo sin rostro me impedía reconocer mi nombre. En mi sólo se había quedado grabado el fuego, encarnado el rojo en mis venas, y hoy, puedo hablar de esto... de mi. Hombre-Dealer con mis dos mujeres con mis dos yos.

Hoy el tren no sólo tiene pasajeros, sino que tiene una amiga que se sienta en esa alfombra y ese sillón, se llama Soledad y viene por mi, con una maleta roja para guardar mis cosas, pues hoy precisamente cuando he decidido contarlo todo, me dan de alta, no soy ni Jonathan, ni Adrián, pero tengo una mujer a mi lado con la cual parto lejos de todo. 

Dando fin a aquellas cosas que llevo rojas en mi mente, y comenzando una nueva etapa de color blanco, para ser una hoja donde puedas escribir algún día, como tú que lees y que al mismo tiempo escribes de mi.




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