sobre una musa, cercana


Que dicha es que hables, 
que me calles, callando
que me coloques sobre el piso, tendida.

Que bien que sigas en la cuerda, 
que ternura la tuya hacia ella.

Que bien que sea miércoles 
y no jueves,
que bien que este día te hayas ido.

Que bien que hables del tiempo y sus minutos
que andes en las palabras
que escribo, sumergido y encontrado al mismo tiempo.

Celebro que seas tan precoz,
que sea poco el tiempo, 
que tus dientes muerdan otros labios
que no fuman, más que soledad.

Admiro que estés enamorado 
todo el tiempo y de todo,
porque así sabré que duermes 
solo por las noches, 
que tu cama está vacía, 
pues más mujeres llegan, 
esas que han sido tus musas.

¿Por qué hablas de ello?

Porque he sido una de ellas, 
porque hace tiempo fuiste uno de ellos.

Podría ser, que hoy solo sea el reflejo
de un espejo, roto, 
y así es, una memoria vacía, 
un anaquel vacío y sin despensa.
Así es la inspiración,
así eres tú.

Supuesto escritor de sueños,
supuesta lectora de vidas, 
que en la azotea descansen 
los asombros, pues ya hace 
tiempo que se han perdido.

Hoy es la soledad que nos acompaña,
y es de ella en quien mi inspiré, 
porque la vi al mirarte, 
porque la besé al besarte.

Como sea que sea, 
es la inspiración, o bien llamada
musa, mi musa, talento
que me llena de vacío por las noches
y llanto callado en el camino 
de mis pasos.

Será mejor que te ausentes, 
que me dejes en mi y conmigo, 
ya no quiero más salirme, 
y como impostor de un escritor, 
escribir, escribirte.

Ambos necesitamos 
el verdadero y soñado 
anhelo de encontrarnos, 
y ahí estamos, buscando, 
buscándonos, inspiración, 
talento, poesía.

Siempre me fijo en los 
pedacitos que deja el filo
de la noche sobre mis pensamientos,
y ahí te encuentro… fragmentado en el olvido.

Inspirando… respirando.





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