ya!

no acepto esos cuentos de adioses, son parte de la no parte de la historia que pierde relevancia, pues en ella solo había cuentos de toreros de algodón y toros de cielo...
de danzas con el aire y el colchón, pero en el silencio de tus ojos y el pánico de tus manos, las que temblaban...
me suelen poner triste las despedidas, pero sobre todo estas que no tendrían que suceder, esas que no solucionan el terremoto que nos sacudió los cuerpos.... Ayer.
Ahora, no fue fácil acostarse con el recuerdo acarreado, malo o bueno, sólo especial.
Nunca te hablé de amor, y sin embargo me mostraste ... te mostraste.


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