Sometí a las aves a postergar su vuelo, cuando decidí contarles mis secretos sobre ti y sobre mi.
Les dejé escucharan el sufrimiento que viví cuando decidí dejar de sentirme, y sobre de ellas coloqué piedras gigantes que no las dejaron volar...
morían mientras les hablaba de mi dolor, se dejaron sentirlo... y hoy ante el luto que llena los árboles que me rodean ha florecido jazmín, de ese que huele a vida, y mis ojos ya no lloran, las aves que vienen se posan unos instantes y les sonrío, no cuento más que lo que vivo y soy.
Las aves quedaron en mi piel y en mi recuerdo, tatuadas con trazo duro y hoy que ya son flor se re dibujan en un trazo suave y delicado...
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